Jeff Koons:
Se ha convertido en
uno de los artistas vivos más importantes y costosos. Con 61 años, rompió su
récord de ventas en una subasta de Christie en mayo del año pasado y en 2014 se
realizó una retrospectiva de su trabajo en el Centre Pompidou. Koons tiene una
extraordinaria capacidad para convertir lo mundano en trabajos aclamados de
arte. Con obras que retoman a Michael Jackson con su famoso chimpancé Bubbles,
ese famoso perro de globo o la bola metálica azul que se situaba en medio de
copias de grandes obras de arte como la Mona Lisa, convierten a este artista en
uno que ha logrado marcar un parteaguas en el arte, entre los kitsch y lo
magnífico.
Yayoi Kusama:
Quizá ninguna
exposición de arte haya funcionado tan bien como la de Kusama en el Museo
Tamayo, en la que, con esos puntos de colores tan característicos de su obra,
ha logrado conquistar el plano pop contemporáneo. Con 87 años, Yayoi Kusama es
esa artista rockstar de la actualidad después de seis décadas de legado en el
arte japonés contemporáneo. Tal vez Kusama le deba su éxito a esas alucinaciones
recurrentes que ha tenido desde muy joven y que intenta combatir con cientos de
puntos ordenados en cuartos repletos de color. En los años 60 sus happenings
sorprendieron a la ciudad de Nueva York, en 2015 le hicieron una retrospectiva
en Estados Unidos, Rusia y también participó con su obsesión infinita en México
hace dos años.
Damien Hirst:
Un artista de
opiniones divididas entre los que lo admiran por todo lo que ha logrado a su
corta edad y los que creen que de algún modo, su fama lo ha premiado como a
ningún otro pretencioso. Hirst es el artista vivo más rico del mundo. De joven
parecía que la fama no lo seguiría, hasta que en 1988 organizó una exposición
con compañeros de la escuela y entre los
asistentes se encontraban Charles Saatchi, Norman Rosenthal y Nicholas Serota.
Su obra "Mil años", con una caja transparente de gusanos y moscas
revoloteando sobre una cabeza de vaca ensangrentada fue alabada por Saatchi y
desde ese momento, se convirtió en su gran mecenas.
En 2008, una subasta
de Sotheby lo hizo ganar 111 millones de libras, el artista dividió la economía
de un país pero no satisfecho, continúa exhibiendo sus piezas, como en su
Newport Street Gallery, cuyo espacio fue diseñado por el arquitecto Caruso St.
John.
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